Empezando, por supuesto, por las materias primas, nuestra gran obsesión. Empujados por el empeño de utilizar verduras y hortalizas de la mayor frescura y con las mejores propiedades posibles, hace unos años instalamos un invernadero de 400 m2 en la casería en la que vivimos, en Arlós, muy cerca del restaurante, que vino a completar una ya preexistente producción agrícola y ganadera tradicional.
Disponer de nuestra propia huerta nos permite tener algunos productos que satisfagan cierto fetichismo personal al respecto de algunas materias primas en las que es vital la precisión en el punto de cosecha y que el tiempo de recepción desde recolección sea el mínimo posible, como es el arbeyo o el tomate.
Esta producción propia nos permite también conseguir productos que no encontramos en el mercado, al menos de momento, como pueden ser las, cada vez más frecuentes en Asturias, guindillas vascas o piparras.